Los tradicionalistas creen que los jóvenes no tienen el menor sentido de lealtad. Los Baby Boomers piensan que los Gen X son haraganes. Los Gen Y quieren salir los viernes al mediodía. ¿Podrán los directivos de recursos humanos gestionar la diversidad generacional antes de que la empresa se convierta en un campo de combate?
Los pasillos del Sheraton desbordaron de ejecutivos de recursos humanos congregados en el Human Capital Forum 2008, organizado por Belly Knowledge Management International.
La conferencia, incluyó una estupenda disertación de la canadiense Adwoa Buahene, autora del best-seller "Loyalty Unplugged" y una de las principales especialistas mundiales en diversidad generacional en el ambiente de trabajo.
No reproduciremos aquí los rasgos de los tradicionalistas (nacidos entre 1922 y 1945), Baby Boomers (1946-1964), Generación X (1965-1980) y Generación Y (1981-2000).
Ahora bien, ante la creciente diversidad generacional, ¿cuáles son las principales dificultades para crear un ambiente de armoniosa colaboración en la empresa?
El problema de la lealtad
Muchos tradicionalistas y Boomers creen que los jóvenes carecen de sentido de lealtad.
Pero, si usted le pregunta a un Gen Y, probablemente reciba la siguiente respuesta: "Claro que soy leal. Mis colegas son fundamentales para mí".
Lo cierto es que cada generación percibe ciertos conceptos básicos de manera diferente.
Para los Boomers, la lealtad se vincula con el contrato paternalista entre empresa y empleado. Es decir, el viejo esquema donde la organización aseguraba un escalafón de ascensos previsibles a cambio de que los empleados se pusieran "la camiseta".
Para los miembros de la Gen Y, por el contrario, la organización es un ente impersonal. Así, al hablar de "lealtad", usualmente se refieren a los lazos con sus colegas.
Ahora bien, casi todos los conflictos intergeneracionales se derivan de esta "muralla terminológica": la costumbre de juzgar los valores y conducta del otro desde los propios marcos mentales y definiciones conceptuales.
El problema de la autoridad
Las distintas generaciones también asignan distintos significados al concepto de "autoridad".
Para los tradicionalistas y los primeros Boomers, la autoridad es la persona que ocupa una posición superior en la jerarquía.
Para los jóvenes, por el contrario, la autoridad es una persona admirada por sus cualidades (y no por el hecho de estar más arriba en la pirámide). Así, no temen discutir con su jefe cuando creen que está equivocado.
Al fin y al cabo, ¿una tarjeta corporativa que diga "Gerente" es garantía de infalibilidad?
El problema del liderazgo
Los problemas de la lealtad y la autoridad desembocan en un tercer foco de conflicto: el liderazgo.
¿Qué es lo que un trabajador espera de un líder?
Las viejas generaciones han crecido en un ambiente de organizaciones piramidales con liderazgos heroicos y autoritarios.
Los jóvenes, por el contrario, no admiran aquellas cualidades en los líderes. En general, exigen transparencia, feedback y coaching.
En los próximos años, a medida que millones de Gen Y se vayan sumando al mercado laboral, probablemente ocurra un aumento de la conflictividad dentro de los equipos.
Los líderes autoritarios encontrarán serias dificultades en mantener la cohesión del grupo y retener a sus trabajadores.
En efecto, en un escenario de lealtad organizacional debilitada y escaso reconocimiento a la autoridad jerárquica, un joven trabajador sin sintonía con su jefe no tardará en abandonar la compañía.
Así, con los tradicionalistas ya fuera del mercado laboral, el gran dilema radicará en la dinámica entre jefes Boomers (en sus últimos años de actividad) y Gen X sobre colaboradores Gen Y.
¿Serán los líderes capaces de adaptar su estilo a las demandas de los más jóvenes? ¿Entenderán los impetuosos Gen Y que la experiencia de sus superiores es positiva para el equipo?
En los próximos años, con trabajadores sin demasiado interés en soportar un jefe tiránico bajo la promesa de "hacer carrera", el rol de los líderes será más importante que nunca.
En definitiva, está siendo hora de desempolvar una vieja máxima del management: "Los trabajadores no abandonan una empresa. Abandonan a su jefe".
Los pasillos del Sheraton desbordaron de ejecutivos de recursos humanos congregados en el Human Capital Forum 2008, organizado por Belly Knowledge Management International.
La conferencia, incluyó una estupenda disertación de la canadiense Adwoa Buahene, autora del best-seller "Loyalty Unplugged" y una de las principales especialistas mundiales en diversidad generacional en el ambiente de trabajo.
No reproduciremos aquí los rasgos de los tradicionalistas (nacidos entre 1922 y 1945), Baby Boomers (1946-1964), Generación X (1965-1980) y Generación Y (1981-2000).
Ahora bien, ante la creciente diversidad generacional, ¿cuáles son las principales dificultades para crear un ambiente de armoniosa colaboración en la empresa?
El problema de la lealtad
Muchos tradicionalistas y Boomers creen que los jóvenes carecen de sentido de lealtad.
Pero, si usted le pregunta a un Gen Y, probablemente reciba la siguiente respuesta: "Claro que soy leal. Mis colegas son fundamentales para mí".
Lo cierto es que cada generación percibe ciertos conceptos básicos de manera diferente.
Para los Boomers, la lealtad se vincula con el contrato paternalista entre empresa y empleado. Es decir, el viejo esquema donde la organización aseguraba un escalafón de ascensos previsibles a cambio de que los empleados se pusieran "la camiseta".
Para los miembros de la Gen Y, por el contrario, la organización es un ente impersonal. Así, al hablar de "lealtad", usualmente se refieren a los lazos con sus colegas.
Ahora bien, casi todos los conflictos intergeneracionales se derivan de esta "muralla terminológica": la costumbre de juzgar los valores y conducta del otro desde los propios marcos mentales y definiciones conceptuales.
El problema de la autoridad
Las distintas generaciones también asignan distintos significados al concepto de "autoridad".
Para los tradicionalistas y los primeros Boomers, la autoridad es la persona que ocupa una posición superior en la jerarquía.
Para los jóvenes, por el contrario, la autoridad es una persona admirada por sus cualidades (y no por el hecho de estar más arriba en la pirámide). Así, no temen discutir con su jefe cuando creen que está equivocado.
Al fin y al cabo, ¿una tarjeta corporativa que diga "Gerente" es garantía de infalibilidad?
El problema del liderazgo
Los problemas de la lealtad y la autoridad desembocan en un tercer foco de conflicto: el liderazgo.
¿Qué es lo que un trabajador espera de un líder?
Las viejas generaciones han crecido en un ambiente de organizaciones piramidales con liderazgos heroicos y autoritarios.
Los jóvenes, por el contrario, no admiran aquellas cualidades en los líderes. En general, exigen transparencia, feedback y coaching.
En los próximos años, a medida que millones de Gen Y se vayan sumando al mercado laboral, probablemente ocurra un aumento de la conflictividad dentro de los equipos.
Los líderes autoritarios encontrarán serias dificultades en mantener la cohesión del grupo y retener a sus trabajadores.
En efecto, en un escenario de lealtad organizacional debilitada y escaso reconocimiento a la autoridad jerárquica, un joven trabajador sin sintonía con su jefe no tardará en abandonar la compañía.
Así, con los tradicionalistas ya fuera del mercado laboral, el gran dilema radicará en la dinámica entre jefes Boomers (en sus últimos años de actividad) y Gen X sobre colaboradores Gen Y.
¿Serán los líderes capaces de adaptar su estilo a las demandas de los más jóvenes? ¿Entenderán los impetuosos Gen Y que la experiencia de sus superiores es positiva para el equipo?
En los próximos años, con trabajadores sin demasiado interés en soportar un jefe tiránico bajo la promesa de "hacer carrera", el rol de los líderes será más importante que nunca.
En definitiva, está siendo hora de desempolvar una vieja máxima del management: "Los trabajadores no abandonan una empresa. Abandonan a su jefe".
Fuente: Materiabiz
1 comentario:
Muchas veses es bueno saber las diferentes estrategias, para alcanzar un buen exito.
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