Ejemplos como el de la industria manufacturera canadiense, que ha recortado unos 88.000 puestos de empleo en lo que va de año y el aumento de la tasa de trabajo a tiempo parcial, que ha crecido hasta 3.5% en tan solo 12 meses, mucho más que el trabajo a tiempo completo, son muestras de que la crisis laboral afecta de forma global a todos los países y no sólo a los más desfavorecidos. Un nuevo informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), sobre los determinantes sociales que influyen en la salud, demuestra que las consecuencias de estas irregularidades laborales pueden afectar a algo más que al bolsillo.
El doctor Carles Muntaner, investigador del Centro para la Adicción y la Salud Mental (CAMH) y uno de los autores del informe, destaca que las condiciones laborales ejercen un profundo impacto sobre la salud de los trabajadores de todo el mundo. El equipo investigador encuentra que una baja salud mental y física está asociada con ganarse la vida con un trabajo precario, es decir, con contratos temporales o a tiempo parcial, bajos salarios y escasos beneficios.
El estrés producido a consecuencia del trabajo está asociado con un 50% más de riesgo de sufrir enfermedades coronarias graves. Además, está demostrado que los trabajos de mayor demanda, bajo control y cuyo esfuerzo no se ve recompensado debidamente son factores agravantes del riesgo de sufrir problemas físicos y psíquicos, entre los que se encuentran la depresión y la ansiedad.
El informe muestra que más de un 25% de los varones españoles que trabajan sin contrato tiene problemas mentales, frente al escaso 6% de los que cuentan con un puesto fijo. Entre las mujeres las diferencias se agravan, ya que la cifra de desórdenes mentales en los casos de mayor inestabilidad laboral alcanza el 33% de prevalencia, frente al 12% de las que tienen un puesto estable.
Las mujeres del sur, las más desafavorecidas
El doctor Carles Muntaner, investigador del Centro para la Adicción y la Salud Mental (CAMH) y uno de los autores del informe, destaca que las condiciones laborales ejercen un profundo impacto sobre la salud de los trabajadores de todo el mundo. El equipo investigador encuentra que una baja salud mental y física está asociada con ganarse la vida con un trabajo precario, es decir, con contratos temporales o a tiempo parcial, bajos salarios y escasos beneficios.
El estrés producido a consecuencia del trabajo está asociado con un 50% más de riesgo de sufrir enfermedades coronarias graves. Además, está demostrado que los trabajos de mayor demanda, bajo control y cuyo esfuerzo no se ve recompensado debidamente son factores agravantes del riesgo de sufrir problemas físicos y psíquicos, entre los que se encuentran la depresión y la ansiedad.
El informe muestra que más de un 25% de los varones españoles que trabajan sin contrato tiene problemas mentales, frente al escaso 6% de los que cuentan con un puesto fijo. Entre las mujeres las diferencias se agravan, ya que la cifra de desórdenes mentales en los casos de mayor inestabilidad laboral alcanza el 33% de prevalencia, frente al 12% de las que tienen un puesto estable.
Las mujeres del sur, las más desafavorecidas
No sucede igual en el hemisferio norte que en los países situados al sur del ecuador. El informe recoge la idea de que el trabajo debe ser un factor de protección frente a los problemas de salud, ya que posibilita llevar una vida sana, sufragando las necesidades básicas y sanitarias. Sin embargo, para más de la mitad del planeta, el trabajo es una cuestión de vida o muerte.
Unos 487 millones de familias subsisten en el mundo con un trabajo que les reporta menos de un euro al día y 1.300.000 no rebasan el euro y medio por jornada. Una cifra muy diferente a la que se considera necesaria para llevar una vida sana en el Reino Unido y que un estudio reciente situaba en los 166 euros por semana.
La posición de las mujeres en la sociedad también está ligada a la salud y la supervivencia de los niños y las niñas. Sin embargo, la desigualdad en ellas es llamativa. Las mujeres ganan menos que los hombres, incluso con trabajos equivalentes, además, tienen menos oportunidades de empleo y de acceso a la educación, a lo que se suma la carencia de cuidadanos sanitarios reproductivos. El informe recoge que estas desigualdades "influyen en la salud en distintas formas: pautas de alimentación discriminatorias, violencia, falta de poder de decisión y reparto desigual del trabajo".
Mejorar las condiciones laborales
Canadá, y otros muchos países de ingresos elevados, como Reino Unido, Estados Unidos, Australia o Nueva Zelanda, tienen que hacer frente a un nuevo reto, tal y como apunta el doctor Muntaner en el informe de la OMS, ya que en ellos se da una mayor tolerancia a las desigualdades sociales, laborales y sanitarias que en otros países como Suecia o Dinamarca.
"Todos los aspectos de nuestra vida, incluido cómo trabajamos, están estrictamente vinculados a nuestro bienestar y a nuestro estilo de vida", afirma el doctor Muntaner.
En el informe, titulado 'Subsanar las igualdades sociales en una generación: Alcanzar la equidad sanitaria actuando sobre los determinantes sociales de la salud', se contemplan una serie de recomendaciones para asegurar la consecución de las igualdades sanitarias, entre las que se encuentra la necesidad de mejorar las condiciones laborales, la intervención de instituciones nacionales y locales para llegar a esa situación y la abolición del trabajo infantil y la sobreexplotación, entre otras cosas.
El estudio de la OMS es fruto del trabajo realizado durante tres años por un grupo eminente de políticos, académicos, pensadores y ministros de salud, que han investigado las diferencias existentes entre los países, que resultan del nivel de desarrollo del país en que cada uno nace, crece, trabaja y envejece. Juntos han formado parte de la Comisión de los Determinantes Sociales de la Salud que ha dado lugar al citado informe.
Fuente: Diario El Mundo - España
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