lunes, 29 de diciembre de 2008

Un empleado a su jefe: "¡Usted no me está escuchando!"

"Usted no me escucha", "¿Para qué le voy a contar mi idea si objeta todo lo que digo?", "Siempre está con poco tiempo y muchos compromisos", "Ya tiene la decisión tomada, ¿para qué me pide mi opinión?", "Sólo me consulta cuando tiene un problema o necesita algo". Y a usted, ¿alguna vez le han dirigido estos comentarios?

La escucha es una de las habilidades sobre las que más nos sentimos reclamados en diferentes ámbitos de nuestras vidas. Y el lugar de trabajo, desde luego, no es la excepción.

Todos oímos bastante bien: oímos a nuestros equipos de trabajo, comentarios, tendencias, rumores, etc.

Sin embargo, no es la facultad de la audición la que define el alcance de nuestra interacción con el mundo, sino nuestra capacidad de escucha, es decir, de atribuir significado a los sonidos y brindar respuestas efectivas.

Las nuevas tecnologías nos han brindado herramientas maravillosas para comunicarnos más y mejor. Sin embargo, a menudo nuestros mensajes son ignorados, malinterpretados o simplemente omitidos.

El resultado: frustración, desinterés, falta de colaboración y empobrecimiento de los resultados del trabajo.

Pero, ¿qué nos sucede? ¿Por qué, en muchos casos, somos incapaces de interpretar a nuestro interlocutor y devolverle un mensaje eficaz?

Mucha de nuestra dificultad para escuchar gira en torno a la impaciencia y la falta de humildad.

Los oyentes inquietos pierden el presente en su ansiedad por el futuro. La falta de humildad, por su parte, nos ubica en una situación donde creemos tener todas las respuestas y nada podremos aprender de nuestro interlocutor.

Así, desarrollar la capacidad de escucha puede brindarnos muchos beneficios en nuestro rol de liderazgo:

1) Ganar mayor comprensión de las personas y las situaciones, y llegar al fondo de los problemas.

2) Favorecer una relación positiva con los colaboradores. Cuando el otro se siente escuchado, tendrá la confianza suficiente para hablar con sinceridad.

3) Basar nuestras decisiones en información de calidad que nos permita responder mejor y más apropiadamente.

4) Reducir el conflicto y la confusión que producen los malentendidos. Escuchar posee efectos tranquilizantes y facilita la eliminación de tensiones.


En definitiva, los líderes deben ser creíbles, confiables y visionarios. Y, para todo eso, la habilidad de escucha es esencial.

Si bien esta cualidad parece ser más requerida por las generaciones jóvenes, no importa la edad ni el nivel jerárquico, todos queremos ser escuchados. Es la base para gestionar la diversidad propia de las organizaciones.

Y usted, ¿sabe escuchar atentamente, sin juzgar, y poniendo en juego este acto simbólico de apertura al otro?

Por: Fabiana Gadow - Directora de Recursos Humanos de Deloitte LATCO

Fuente: Materiabiz

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