sábado, 24 de octubre de 2009

El estrés no es invisible

Desde París llega una noticia que puede marcar un antes y un después respecto de las relaciones laborales. El ministro de Trabajo Xavier Darcos hizo un pedido formal a las empresas de más de mil trabajadores que incluyeran, en las negociaciones con los sindicatos, las condiciones de trabajo referidas al estrés. Amenazó con hacer públicos los nombres de aquellas organizaciones que se nieguen a tratar el tema con los representantes, a través de Internet. La medida afecta unas 2500 empresas en Francia. Respecto de las que tuvieran menos de mil empleados, el gobierno instó a que se abra un proceso de análisis de las situaciones laborales que provoquen agresión psicológica.

El antecedente inmediato sobre estas iniciativas son los 24 suicidios que se produjeron en France Telecom luego de ser privatizada. En algunos casos, dejando cartas que culpaban de su decisión por el clima en el interior de la empresa, que tomó decisiones de reestructuración que incluyeron despidos masivos y modificaciones importantes en los puestos de trabajo.

La acción del gobierno francés puede discutirse como positiva o negativa, pero no es lo más relevante. La gran novedad es que aparece el estrés como enfermedad, luego de un larguísimo período en que no sólo se lo mantuvo invisible, sino que gozaba de cierto prestigio. Aquel que vivía pendiente de su trabajo, restaba horas de sueño, tomaba ansiolíticos u otras drogas en función de sus deberes laborales era algo así como un ambicioso positivo. La ola pasó por todo el mundo, naturalmente, hasta el punto que en Japón le habían puesto nombre: karoshi, cuya traducción más cercana es muerte por exceso de trabajo.

Los tiempos cambian, a veces mejorando situaciones. En este caso pasó de ser un tema exclusivamente laboral a un asunto relacionado con la salud pública. Podría decirse, a través de las palabras de un ministro como Darcos, que se convierte en una cuestión de Estado, una categoría superior respecto de aquellas relaciones que se mantenían privatizadas y, de algún modo, ignoradas.

Los límites que configuran una situación de estrés laboral son imprecisos porque, en muchos casos, dependen de las posibilidades y necesidades de cada individuo, pero esto no impide que puedan descubrirse las condiciones de agresión psicológica. Es una preocupación y una responsabilidad tan vigente como evitar que alguien se electrocute, se tropiece o caiga en el vacío.

Por: Jorge Mosqueira - Miradas - Diario La Nación

1 comentario:

Fiorella Giacomo dijo...

yo vivo con stress!ª
Espero que te des una vuelta por mi blog, un besito