lunes, 10 de agosto de 2009

El departamento de RR.HH. y su criterio de selección

Eliana, una joven de 18 años, murió en el quirófano del Instituto Regional de Diagnóstico de Haedo. Se acusa de mala praxis al doctor Luis Alberto Romero Hiriart, un anestesista que, según se comprobó a posteriori, no era tal. El imputado por homicidio simple con dolo eventual tiene, según un informe reciente, un perfil psicológico de un "fabulero con disposición a la fantasía".

Luego aparecieron otros datos. Romero Hiriart habría estado involucrado en dos casos con idéntico final, la muerte de dos pacientes, en Rafaela y Santiago del Estero. Ejerció también como otorrinolaringólogo y médico del dolor en distintas provincias, superando condenas por los mismos motivos por los que hoy se encuentra acusado.

En este dramático episodio hay una estructura ausente. O ignorada, que es lo mismo. Siempre es más fácil identificar lo visible por sobre lo invisible.

Por eso son vitales los procesos y funciones que cumplen los departamentos de recursos humanos en las organizaciones. En general, la selección de personal se encuentra empañada por el exitismo de atraer talentos o bien se la desvaloriza asumiendo que cualquiera puede detectar la persona adecuada. El "olfato", en este último caso, pretende reemplazar la profesionalidad, una variante de la Universidad de la Calle.

En caso de comprobarse los hechos, la responsabilidad del director de la clínica es indelegable. Pero dicha responsabilidad incluye contar con apoyos organizacionales eficientes, de parejo nivel en todas sus áreas, cuya coordinación debe terminar ofreciendo el producto o servicio apropiado.

Cuando se trabaja con la vida y la muerte física de personas, todo esto parece más evidente, pero en otras situaciones menos vinculadas con los finales dramáticos, la estructura requerida es la misma.

Un departamento de Recursos Humanos no dejaría de constatar la veracidad de los antecedentes profesionales y tendría gran cuidado en evaluar el presente y futuro del postulante. No reemplaza la evaluación técnica, claramente a cargo de los profesionales idóneos, pero tampoco tiene sentido agregarles a éstos la tarea de explorar condiciones personales, como competencias y antecedentes, de los que ingresan en la organización.

Bastante tienen con sus responsabilidades específicas como para sumarles otras especialidades. Por ejemplo, un dueño, CEO o director no tiene por qué conocer en detalle el armado de un balance. Hay quienes cumplen estas funciones, informan y recomiendan según el buen saber y entender de su profesión.

Cada sector de una empresa es, a su manera, un quirófano. Es necesario conocer a la gente que opera con una perspectiva calificada, profesional, para que nadie sufra ni se muera

Fuente: La Nación

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