Al igual que muchos de los lectores, puedo compartir experiencias variadas - y coloridas – con relación al liderazgo. Muchos de nosotros en algún momento de nuestras vidas hemos sido víctimas de algún personaje cruel devenido en jefe. ¿Y por qué no decirlo también?. Quizás nosotros mismos nos hemos convertido en el jefe que nunca quisimos ser.
Reflexionemos juntos un instante: Si alguien preguntara a su equipo cómo es Ud. Como jefe ¿Dirían que es un gran líder?.
Responda para sí, con sinceridad. Nadie lo juzgará. Nadie se encuentra en condiciones de hacerlo porque simplemente todos tenemos algo por lo cual reflexionar (y actuar).
Quienes hemos tenido la oportunidad de liderar equipos, conocemos la dificultad que conlleva gestionar recursos limitados para resultados múltiples. A ello se suma un escenario complejo sumido en la inmediatez. Una inmediatez generada por una evolución tecnológica que nos acerca al mundo y paradójicamente nos aleja cada vez más a unos de otros.
Como líderes, tomamos decisiones en forma permanente. Decisiones que pueden llevar en sí la búsqueda del bien común y entonces estar listas para consolidar una visión a largo plazo. O bien, sin llegar a ser contrarias al bien común, arrojar consecuencias que lo afectan: son potencialmente exitosas pero sucumben en el corto plazo.
Mínimas decisiones tomadas diariamente impactan en la vida de los miembros del equipo y desde ellos, a sus familias y entorno más cercano.
Piense en la proporción de horas que su equipo comparte con Ud. Las decisiones tomadas influyen sobre la calidad de vida (y punto). No vale aquí realizar distinción entre calidad de vida en el trabajo y otra; el hombre es una integridad, la calidad de vida también. Aquello que nos afecta durante la jornada laboral, nos afecta en menor o mayor medida fuera de ella.
El rol del líder es guiar a otros para que den de si lo mejor y realicen su potencial. Es generar condiciones para ello.
Liderar es sinónimo de responsabilidad. Son noches de sueño interrumpido y el inicio de un día repleto de pasión por encontrar soluciones y lidiar con situaciones que en más de una ocasión nos ubican entre pujas de poder. Es buscar nuevas y mejores oportunidades para comunicar a nuestro equipo qué es lo que sucede sin generar falsas expectativas, sin incrementar la incertidumbre y aún más, motivarlos a seguir dando lo mejor de sí mismos.
Liderar Implica una irreverente voluntad por dar respuesta y por sobre cualquier reminiscencia individualista, una gran vocación de servicio para con los demás.
Si quienes están a nuestro alrededor evolucionan y ven realizado su potencial, directa o indirectamente también nos vemos beneficiados por ello.
Si Ud. Es líder hoy, lo invito a reflexionar acerca de su rol como tal.
Propóngase vivirlo con intensidad. Haga la diferencia. Lidere por el bien común, promueva el bien común. Viva por ello. Y se verá beneficiado.
¿Sabe quién se beneficia además? Su empresa.
Lidere desde su interior, con el corazón. Lidere con vocación de servicio.
Sienta el honor de liderar personas. Ellas sentirán el honor de tenerlo a Ud. como líder.
Reflexionemos juntos un instante: Si alguien preguntara a su equipo cómo es Ud. Como jefe ¿Dirían que es un gran líder?.
Responda para sí, con sinceridad. Nadie lo juzgará. Nadie se encuentra en condiciones de hacerlo porque simplemente todos tenemos algo por lo cual reflexionar (y actuar).
Quienes hemos tenido la oportunidad de liderar equipos, conocemos la dificultad que conlleva gestionar recursos limitados para resultados múltiples. A ello se suma un escenario complejo sumido en la inmediatez. Una inmediatez generada por una evolución tecnológica que nos acerca al mundo y paradójicamente nos aleja cada vez más a unos de otros.
Como líderes, tomamos decisiones en forma permanente. Decisiones que pueden llevar en sí la búsqueda del bien común y entonces estar listas para consolidar una visión a largo plazo. O bien, sin llegar a ser contrarias al bien común, arrojar consecuencias que lo afectan: son potencialmente exitosas pero sucumben en el corto plazo.
Mínimas decisiones tomadas diariamente impactan en la vida de los miembros del equipo y desde ellos, a sus familias y entorno más cercano.
Piense en la proporción de horas que su equipo comparte con Ud. Las decisiones tomadas influyen sobre la calidad de vida (y punto). No vale aquí realizar distinción entre calidad de vida en el trabajo y otra; el hombre es una integridad, la calidad de vida también. Aquello que nos afecta durante la jornada laboral, nos afecta en menor o mayor medida fuera de ella.
El rol del líder es guiar a otros para que den de si lo mejor y realicen su potencial. Es generar condiciones para ello.
Liderar es sinónimo de responsabilidad. Son noches de sueño interrumpido y el inicio de un día repleto de pasión por encontrar soluciones y lidiar con situaciones que en más de una ocasión nos ubican entre pujas de poder. Es buscar nuevas y mejores oportunidades para comunicar a nuestro equipo qué es lo que sucede sin generar falsas expectativas, sin incrementar la incertidumbre y aún más, motivarlos a seguir dando lo mejor de sí mismos.
Liderar Implica una irreverente voluntad por dar respuesta y por sobre cualquier reminiscencia individualista, una gran vocación de servicio para con los demás.
Si quienes están a nuestro alrededor evolucionan y ven realizado su potencial, directa o indirectamente también nos vemos beneficiados por ello.
Si Ud. Es líder hoy, lo invito a reflexionar acerca de su rol como tal.
Propóngase vivirlo con intensidad. Haga la diferencia. Lidere por el bien común, promueva el bien común. Viva por ello. Y se verá beneficiado.
¿Sabe quién se beneficia además? Su empresa.
Lidere desde su interior, con el corazón. Lidere con vocación de servicio.
Sienta el honor de liderar personas. Ellas sentirán el honor de tenerlo a Ud. como líder.
Por: María Valeria Gutiérrez (Lic. en Relaciones Laborales)
Fuente: Puntobiz
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