Cada vez más ejecutivos toman sus vacaciones fuera de temporada. Aseguran que, durante el verano, el menor ritmo les permite planificar mejor el año.
Menos autos, gente más distendida, mejor clima en el trabajo, menor nivel de estrés y mayor tranquilidad son varias de las razones por las que algunos ejecutivos eligen quedarse en Buenos Aires durante el verano. Claro que lo hacen con dos aliados indiscutibles: la vestimenta casual y el aire acondicionado, en el auto, en la oficina y en casa. De todas formas, el verano 2009 no promete el mismo relax de las últimas temporadas. De hecho, más de uno postergó el descanso por la crisis.
“Hay una enorme incertidumbre y creo que, hasta marzo, se pasará un período en el que será mejor estar al pie del cañón para corregir cualquier estrategia”, explica Fernando Escudero, director General de Oxirium. Este año, el ejecutivo implementará la modalidad de tomarse descansos cortos, repartidos en el año. El caso de Fernando Goijman, presidente de Placeres Patagónicos, es diferente. Para el empresario, no hay opción: durante el verano es cuando tiene que aprovechar el alza de ventas propia de la temporada. “Hace seis años que tomo las vacaciones cruzadas. Viajo a trabajar al sur, porque enero y febrero son alta temporada para mi negocio”, explica. No obstante, reconoce que, a pesar de trabajar todos los días, sin descanso, siempre hay tiempo para el esparcimiento, incentivado por una atmósfera naturalmente más relajada.
Bajar un cambio tiene sus ventajas. Entre ellas, una mayor claridad para ver las cosas, coinciden los entrevistados. “Al no estar con tantas corridas y temas urgentes, característicos de otros meses del año, el verano permite realizar la planificación y tomar un respiro para repensar algunas de las acciones en las que estamos embarcados”, comenta Felipe De Stefani, vicepresidente senior y gerente General de los canales de tendencias de Turner Broadcasting System: Infinito, Muchmusic y HTV.
“¿Vivís todo el año amontonado y vas a seguir amontonado? Para mí, el concepto de disfrute pasa por otro lado”, explica Juan Mariano Solá, director Comercial de LAPTV. Al directivo, trabajar cuando la mayoría descansa le permite disfrutar de “otras cosas de la ciudad”. Solá, quien suele tomar sus descansos en diciembre, marzo o abril, corre con una ventaja: tiene vacaciones largas, lo que le permite administrar su descanso a lo largo del año.
Quedarse, ésa es la cuestión
“La ciudad, en el verano, es un placer. Además, la cabeza te cambia y te permite pensar en estrategias de largo plazo, que, durante la vorágine del año, no podés analizar”, explica Alejo Cantón, presidente de Vistage Argentina, quien hace diez años toma vacaciones a contramano. Aunque, en el actual, tiene una razón más que justificada: su mujer transita los últimos meses del embarazo. “Se trabaja más distendido, con otra rutina”, coincide Fabián Testorelli, presidente de Testorelli 1887, para quien enero y febrero son meses clave, porque viaja a Europa, a las principales ferias de joyería del mundo. Emigrar al frío, tal vez, sea su secreto para llegar “entero” a marzo, cuando suele tomarse su descanso. “Es un mes ideal, porque todo funciona igual que los anteriores, pero sin la locura de gente”, comenta.
Ana Villar, gerente de Marketing de Casa López, concuerda: “El clima es perfecto, los precios se reducen a la mitad y siento que dejo todo bajo control”. La ejecutiva adoptó esta modalidad hace siete años. “Siempre postergo las vacaciones porque mi negocio tiene una marcada estacionalidad entre septiembre y marzo. Es un tema de responsabilidad y esa fecha me permite irme más tranquila”, agrega Villar, quien, de todas formas, suma el Nextel y la laptop a su equipaje.
La situación de Federica Iturrie, directora del centro de estética Moderarte, es diferente. Este año, está mentalizada a trabajar, trabajar y trabajar. Aún no sabe cuándo podrá tomarse un respiro. “No me preocupa. Tengo el foco en el centro, que fundamos en agosto de 2007”, aclara, con la ilusión que genera haber cumplido el sueño del emprendimiento propio.
Quienes se quedan en Buenos Aires tienen sus propios tips para sobrevivir al calor en el asfalto. La responsable de Asset Management de Cohen Sociedad de Bolsa, Jackie Maubré, sabe que no le espera un verano tranquilo por delante. Igual, no cambia por nada sus dos semanas de vacaciones en mayo. En general, hace base en Miami, ciudad desde la que parte hacia algún destino para disfrutar de su hobby: el buceo. “Es ideal, porque es un momento en el que están todos, no hay baches y me voy más tranquila. Uno se desconecta mejor si previene los mecanismos”, explica la ejecutiva. Entre sus secretos para sobrellevar las altas temperaturas, resalta el calzado: va a la City en “chatas”. Y, ante una reunión o visita de un cliente, no duda en abrir el cajón de su escritorio, donde guarda una amplia colección de zapatos.
“Mi esquema será ir a la oficina los lunes, viajar de martes a jueves y los viernes, trabajar en forma remota, desde casa”, comenta Daniel Cobo, gerente Comercial para América latina de Gemalto. El ejecutivo alterará este año, por primera vez sus vacaciones veraniegas. La razón: debe monitorear de cerca un par de proyectos. Igual, ya tiene fecha: marzo o mayo de 2009. Lo paradójico es que irá a Brasil, un destino que frecuentará los meses previos, pero por cuestiones laborales. Aunque, claro está, descansará en las playas de Bahía, lejos del estrés de San Pablo. La receta de De Stefani será manejar los horarios para no tener que salir de casa cuando hay mucho tráfico y aplicará la política de summer friday, que le permite anticipar el comienzo del fin de semana. “Si te acompaña la familia, se sobrelleva bárbaro”, aclara Sergio Crivelli, socio de BDO Becher, quien, para arrancar con más fuerza el año, cortará una semana, en Navidad. Luego, entre enero y marzo, le espera una fuerte vorágine de reuniones y compromisos. Razón por la que dejará a mano un saco y una camisa “de emergencia” en la office. Crivelli afirma que, si uno se mentaliza para trabajar en verano, hasta puede “descubrir” Buenos Aires: “Hay obras de teatro, espectáculos...”. Su relax recién llegará en invierno. “Aprovechar la ski week de los chicos en septiembre también es clave para pasar el año”, agrega.
Techies unplugged
“Mi secreto es aprovechar, durante el año, los feriados norteamericanos de la empresa para alargar algunos fines de semana. También, organizarme y resolver el trabajo desde casa, sobre todo, los viernes”, comenta Marina Nicola, gerente de Marketing de la compañía de soluciones de tecnología SAS. La ejecutiva suele irse en mayo, siempre que el destino no sea Europa. “En ese caso, conviene septiembre por clima y precio”, dice.
Claro está, para los que pertenecen a compañías abiertas al trabajo remoto es mucho más sencillo. Por ejemplo, a fines de diciembre, Lorena Zicker, Channel Manager de AMD Spanish South America, planea tomarse una semana en Punta del Este, desde donde trabajará a distancia. “El verano es más relajado en horarios, no tenés el mismo nivel de corrida”, reconoce. Prefiere no estructurar sus vacaciones, sino repartirlas y empalmarlas a los viajes laborales. “Tengo responsabilidad sobre nueve países, viajo mucho. En lo que va del año, ya tomé 30 vuelos y aprovecho”, explica. De hecho, cuando viajó en 2007 a Las Vegas, se quedó unos días esquiando en Mammoth Mountain, California, y aprovechó para visitar Los Ángeles y San Francisco. Durante 2008, también descansó en Miami y México DF. “Me costaría dejar durante 15 días mi posición”, concluye, a pocas horas de tomarse otro vuelo por trabajo. Esta vez, con destino a Jamaica.
Menos autos, gente más distendida, mejor clima en el trabajo, menor nivel de estrés y mayor tranquilidad son varias de las razones por las que algunos ejecutivos eligen quedarse en Buenos Aires durante el verano. Claro que lo hacen con dos aliados indiscutibles: la vestimenta casual y el aire acondicionado, en el auto, en la oficina y en casa. De todas formas, el verano 2009 no promete el mismo relax de las últimas temporadas. De hecho, más de uno postergó el descanso por la crisis.
“Hay una enorme incertidumbre y creo que, hasta marzo, se pasará un período en el que será mejor estar al pie del cañón para corregir cualquier estrategia”, explica Fernando Escudero, director General de Oxirium. Este año, el ejecutivo implementará la modalidad de tomarse descansos cortos, repartidos en el año. El caso de Fernando Goijman, presidente de Placeres Patagónicos, es diferente. Para el empresario, no hay opción: durante el verano es cuando tiene que aprovechar el alza de ventas propia de la temporada. “Hace seis años que tomo las vacaciones cruzadas. Viajo a trabajar al sur, porque enero y febrero son alta temporada para mi negocio”, explica. No obstante, reconoce que, a pesar de trabajar todos los días, sin descanso, siempre hay tiempo para el esparcimiento, incentivado por una atmósfera naturalmente más relajada.
Bajar un cambio tiene sus ventajas. Entre ellas, una mayor claridad para ver las cosas, coinciden los entrevistados. “Al no estar con tantas corridas y temas urgentes, característicos de otros meses del año, el verano permite realizar la planificación y tomar un respiro para repensar algunas de las acciones en las que estamos embarcados”, comenta Felipe De Stefani, vicepresidente senior y gerente General de los canales de tendencias de Turner Broadcasting System: Infinito, Muchmusic y HTV.
“¿Vivís todo el año amontonado y vas a seguir amontonado? Para mí, el concepto de disfrute pasa por otro lado”, explica Juan Mariano Solá, director Comercial de LAPTV. Al directivo, trabajar cuando la mayoría descansa le permite disfrutar de “otras cosas de la ciudad”. Solá, quien suele tomar sus descansos en diciembre, marzo o abril, corre con una ventaja: tiene vacaciones largas, lo que le permite administrar su descanso a lo largo del año.
Quedarse, ésa es la cuestión
“La ciudad, en el verano, es un placer. Además, la cabeza te cambia y te permite pensar en estrategias de largo plazo, que, durante la vorágine del año, no podés analizar”, explica Alejo Cantón, presidente de Vistage Argentina, quien hace diez años toma vacaciones a contramano. Aunque, en el actual, tiene una razón más que justificada: su mujer transita los últimos meses del embarazo. “Se trabaja más distendido, con otra rutina”, coincide Fabián Testorelli, presidente de Testorelli 1887, para quien enero y febrero son meses clave, porque viaja a Europa, a las principales ferias de joyería del mundo. Emigrar al frío, tal vez, sea su secreto para llegar “entero” a marzo, cuando suele tomarse su descanso. “Es un mes ideal, porque todo funciona igual que los anteriores, pero sin la locura de gente”, comenta.
Ana Villar, gerente de Marketing de Casa López, concuerda: “El clima es perfecto, los precios se reducen a la mitad y siento que dejo todo bajo control”. La ejecutiva adoptó esta modalidad hace siete años. “Siempre postergo las vacaciones porque mi negocio tiene una marcada estacionalidad entre septiembre y marzo. Es un tema de responsabilidad y esa fecha me permite irme más tranquila”, agrega Villar, quien, de todas formas, suma el Nextel y la laptop a su equipaje.
La situación de Federica Iturrie, directora del centro de estética Moderarte, es diferente. Este año, está mentalizada a trabajar, trabajar y trabajar. Aún no sabe cuándo podrá tomarse un respiro. “No me preocupa. Tengo el foco en el centro, que fundamos en agosto de 2007”, aclara, con la ilusión que genera haber cumplido el sueño del emprendimiento propio.
Quienes se quedan en Buenos Aires tienen sus propios tips para sobrevivir al calor en el asfalto. La responsable de Asset Management de Cohen Sociedad de Bolsa, Jackie Maubré, sabe que no le espera un verano tranquilo por delante. Igual, no cambia por nada sus dos semanas de vacaciones en mayo. En general, hace base en Miami, ciudad desde la que parte hacia algún destino para disfrutar de su hobby: el buceo. “Es ideal, porque es un momento en el que están todos, no hay baches y me voy más tranquila. Uno se desconecta mejor si previene los mecanismos”, explica la ejecutiva. Entre sus secretos para sobrellevar las altas temperaturas, resalta el calzado: va a la City en “chatas”. Y, ante una reunión o visita de un cliente, no duda en abrir el cajón de su escritorio, donde guarda una amplia colección de zapatos.
“Mi esquema será ir a la oficina los lunes, viajar de martes a jueves y los viernes, trabajar en forma remota, desde casa”, comenta Daniel Cobo, gerente Comercial para América latina de Gemalto. El ejecutivo alterará este año, por primera vez sus vacaciones veraniegas. La razón: debe monitorear de cerca un par de proyectos. Igual, ya tiene fecha: marzo o mayo de 2009. Lo paradójico es que irá a Brasil, un destino que frecuentará los meses previos, pero por cuestiones laborales. Aunque, claro está, descansará en las playas de Bahía, lejos del estrés de San Pablo. La receta de De Stefani será manejar los horarios para no tener que salir de casa cuando hay mucho tráfico y aplicará la política de summer friday, que le permite anticipar el comienzo del fin de semana. “Si te acompaña la familia, se sobrelleva bárbaro”, aclara Sergio Crivelli, socio de BDO Becher, quien, para arrancar con más fuerza el año, cortará una semana, en Navidad. Luego, entre enero y marzo, le espera una fuerte vorágine de reuniones y compromisos. Razón por la que dejará a mano un saco y una camisa “de emergencia” en la office. Crivelli afirma que, si uno se mentaliza para trabajar en verano, hasta puede “descubrir” Buenos Aires: “Hay obras de teatro, espectáculos...”. Su relax recién llegará en invierno. “Aprovechar la ski week de los chicos en septiembre también es clave para pasar el año”, agrega.
Techies unplugged
“Mi secreto es aprovechar, durante el año, los feriados norteamericanos de la empresa para alargar algunos fines de semana. También, organizarme y resolver el trabajo desde casa, sobre todo, los viernes”, comenta Marina Nicola, gerente de Marketing de la compañía de soluciones de tecnología SAS. La ejecutiva suele irse en mayo, siempre que el destino no sea Europa. “En ese caso, conviene septiembre por clima y precio”, dice.
Claro está, para los que pertenecen a compañías abiertas al trabajo remoto es mucho más sencillo. Por ejemplo, a fines de diciembre, Lorena Zicker, Channel Manager de AMD Spanish South America, planea tomarse una semana en Punta del Este, desde donde trabajará a distancia. “El verano es más relajado en horarios, no tenés el mismo nivel de corrida”, reconoce. Prefiere no estructurar sus vacaciones, sino repartirlas y empalmarlas a los viajes laborales. “Tengo responsabilidad sobre nueve países, viajo mucho. En lo que va del año, ya tomé 30 vuelos y aprovecho”, explica. De hecho, cuando viajó en 2007 a Las Vegas, se quedó unos días esquiando en Mammoth Mountain, California, y aprovechó para visitar Los Ángeles y San Francisco. Durante 2008, también descansó en Miami y México DF. “Me costaría dejar durante 15 días mi posición”, concluye, a pocas horas de tomarse otro vuelo por trabajo. Esta vez, con destino a Jamaica.
Por: Carla Quiroga
Fuente: Apertura
1 comentario:
Coincido totalmente..estando en verano más relajado se pueden tomar mejores decisiones o se puede lograr una planificación mejor que haciendo la misma durante el año.
Hace ya 4 años que no me tomo las vacaciones en verano, que las tomo durante el año en abril y octubre, pero hay algo a lo que no me puedo resistir: la nieve. Por eso es que este año, al igual que los anteriores no me puede faltar mi viaje a las leñas invierno 2010.
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