Es bastante frecuente toparse en los distintos medios con títulos como el que sigue: "¿Sabe cuánto impactan los recursos humanos en el negocio?".
Es un ejemplo, recogido de Portafolio.com.co, donde el autor del artículo señala que el área de recursos humanos, como socio estratégico, debería demostrar los resultados de su gestión en números contantes y sonantes. Es una vieja ambición que tal vez nunca pueda ser satisfecha del todo. El problema es que resulta muy difícil dejar de pretenderla y hasta de exigirla.
El lenguaje interior de las empresas pareciera estar asentado exclusivamente en indicadores cuantitativos. Esto es así, en gran medida, cuando se establecen estándares de producción, de ventas, rentabilidad, etcétera. En realidad, la medición numérica conserva la sencillez de las operaciones aritméticas, con el conocido ejemplo de que 2 + 2 equivale a 4 unidades.
Así, si se espera que una determinada línea de ensamblaje despache 100 productos diarios, basta hacer el conteo, mecánico o manual, para confirmar si se ha cumplido con la cuota. Algo similar sucede con las áreas de finanzas, ventas y también en algunos aspectos de la gestión de recursos humanos: ausentismo, rotación, nómina, los llamados costos laborales en general.
Las pretensiones, sin embargo, llegan bastante más lejos. Comprobar, por ejemplo, cuántos pesos o dólares agrega al negocio un empleado motivado. Cuál es el retorno de lo invertido luego de una actividad de capacitación. En este último caso, el pasaje a números puede ser sencillo en determinados rubros. El aprendizaje de un grupo de operarios sobre el manejo de un equipo puede mejorar los resultados promedio. Una capacitación efectiva de ventas determinará una mayor cantidad de productos colocados en el mercado, registrables contablemente.
Cuantificar el retorno de la inversión de un curso sobre liderazgo tiene otras dificultades. Estamos en el terreno de las técnicas acompañadas por actitudes, por lo que se empaña la posibilidad de verificar ese retorno. Más complejo aún es determinar la cantidad de pesos o dólares que aporta el empleado motivado. Tarde o temprano nos enfrentaremos con la dificultad de no poder mensurar, exactamente, cuántos pesos producen las cuestiones afectivas que, en los seres humanos, son una parte esencial. Donde no siempre 2 + 2 = 4, sino "váyase a saber".
El trabajo se odia, se ama o se lo trata con indiferencia. Nadie hasta ahora ha podido determinar con exactitud cuánto vale el gramo de odio, de amor o indiferencia y colocarlo en la cuenta de resultados. Tal vez sea momento de dejar de perder el tiempo, que es oro, en tan insensatas pretensiones.
Por: Jorge Mosqueira
Fuente: Diario La Nación
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