La búsqueda del personal adecuado para cubrir cualquier puesto de trabajo consiste, básicamente, en elegir entre distintas alternativas dentro de la diversidad infinita de los seres humanos. Este procedimiento es, fue y será así tan abismal como suena, lo que hace comprensible que se tienda a achicar el universo contratando parientes, amigos o conocidos, aunque no tengan ninguna condición para trabajar eficazmente en la posición que se necesita. El remedio a la complejidad puede traer la enfermedad del fracaso laboral.
Los nuevos medios han traído novedades. Una de ellas es la que impuso una famosa página de ventas por Internet, aceptando sólo a aquellos postulantes que contaran con no menos de 250 seguidores en su blog personal. El ardid consiste en incorporar empleados con su propia cartera de clientes potenciales.
Es interesante encontrar, por otro lado, que una empresa australiana apareció con una rápida respuesta: ofrece paquetes de 1000 o 10.000 amigos con precios que van de 177 a 1167 dólares. Es decir, se coloca a los oferentes en mejores condiciones de conseguir trabajo según lo que paguen por sus seguidores. Hecha la ley?, etcétera.
La explosión de las redes y los blogs personales trajo la posibilidad de conocer a un postulante a través de la información que aparece en las páginas, pero hay diferencias entre uno y otro medio. La información que se suministra al incorporarse a una red con objeto de conseguir trabajo es equivalente al viejo CV tipiado prolijamente sobre papel y entregado en mano. En otras palabras, incluye lo políticamente correcto.
Los blogs personales son otra cuestión, porque suelen exponerse los gustos, las rabietas, debilidades, los amores fallidos o explosivos. En fin, todo aquello que en los siglos pasados pertenecía a los diarios íntimos, anotado de puño y letra en un cuaderno y escondido en algún lugar secreto. Las jóvenes solían conservarlos enlazando una cinta de color alrededor de las tapas de cartón.
Los blogs personales son una fuente de consulta no apta para prejuiciosos. Basta iniciar una búsqueda por Google y es posible encontrar al postulante y sus intimidades, lo que lleva a preguntarnos, con cierta osadía, si para incorporar a alguien a un trabajo es necesario llegar hasta esas profundidades. Hasta podría considerarse una falta de respeto.
Redes, amigos comprados, presentaciones prolijas, exposiciones desmesuradas, son sólo nuevos medios de contacto cuya entidad deja de ser virtual cuando una persona real está frente a nosotros, podemos hablar y mirarnos a los ojos. Ahí sí cabe la decisión.
Por: Jorge Mosqueira - Fuente: Diario La Nación
Los nuevos medios han traído novedades. Una de ellas es la que impuso una famosa página de ventas por Internet, aceptando sólo a aquellos postulantes que contaran con no menos de 250 seguidores en su blog personal. El ardid consiste en incorporar empleados con su propia cartera de clientes potenciales.
Es interesante encontrar, por otro lado, que una empresa australiana apareció con una rápida respuesta: ofrece paquetes de 1000 o 10.000 amigos con precios que van de 177 a 1167 dólares. Es decir, se coloca a los oferentes en mejores condiciones de conseguir trabajo según lo que paguen por sus seguidores. Hecha la ley?, etcétera.
La explosión de las redes y los blogs personales trajo la posibilidad de conocer a un postulante a través de la información que aparece en las páginas, pero hay diferencias entre uno y otro medio. La información que se suministra al incorporarse a una red con objeto de conseguir trabajo es equivalente al viejo CV tipiado prolijamente sobre papel y entregado en mano. En otras palabras, incluye lo políticamente correcto.
Los blogs personales son otra cuestión, porque suelen exponerse los gustos, las rabietas, debilidades, los amores fallidos o explosivos. En fin, todo aquello que en los siglos pasados pertenecía a los diarios íntimos, anotado de puño y letra en un cuaderno y escondido en algún lugar secreto. Las jóvenes solían conservarlos enlazando una cinta de color alrededor de las tapas de cartón.
Los blogs personales son una fuente de consulta no apta para prejuiciosos. Basta iniciar una búsqueda por Google y es posible encontrar al postulante y sus intimidades, lo que lleva a preguntarnos, con cierta osadía, si para incorporar a alguien a un trabajo es necesario llegar hasta esas profundidades. Hasta podría considerarse una falta de respeto.
Redes, amigos comprados, presentaciones prolijas, exposiciones desmesuradas, son sólo nuevos medios de contacto cuya entidad deja de ser virtual cuando una persona real está frente a nosotros, podemos hablar y mirarnos a los ojos. Ahí sí cabe la decisión.
Por: Jorge Mosqueira - Fuente: Diario La Nación
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