El enfado acompaña al 53% de los empleados en las organizaciones. Un líder competente podría evitarlo.
España ha acogido por segunda vez el congreso de inteligencia emocional que se celebra en el mundo. De la mano de la Fundación Marcelino Botín, más de 350 expertos internacionales en la materia se han dado cita en Santander esta semana para exponer los avances en esta joven disciplina. Entre ellos, los inventores e impulsores de la inteligencia emocional, una forma de conocimiento que todavía tiene sus detractores.
El Santander, más que "cabeza fría"
Santander ha acogido a 350 expertos mundiales en esta disciplina
Mayer, creador del concepto, dice que aún es desconocido para la gente
Los sueldos más altos los perciben quienes gestionan mejor las emociones
¿Por qué? Según el creador del concepto de inteligencia emocional y profesor de psicología en la Universidad de New Hampshire (EE UU), John Mayer, por dos razones: "Porque en el mundo occidental sigue vigente el pensamiento estoico griego que cree que la lógica es la fuente de información fiable y las emociones no lo son. Y porque, a pesar de que el conocimiento de éstas se remonta a hace 200 o 300 años, ha permanecido como un conocimiento de culto y no se ha desarrollado con plenitud hasta bien entrados los años ochenta". "La gente no sabe que tiene inteligencia emocional", añadía Mayer.
Y es que, según Carlos Belmonte, doctor en medicina y catedrático de la Universidad Miguel Hernández de Alicante, "ahora empezamos a saber las zonas del cerebro que se relacionan con habilidades y emociones. Son las últimas zonas que se desarrollan en el cerebro" y "las características de nuestra conducta tienen mucho que ver con este desarrollo".
"Como te sientes tiene mucho que ver con cómo ves el mundo", dice David R. Caruso, psicólogo de directivos, autor del best seller El directivo emocionalmente inteligente y profesor de la Universidad de Yale. "Las emociones son inteligentes. Vitales para tomar buenas decisiones", agrega. Caruso ha desarrollado uno de los test más utilizados en el mundo laboral para medir la inteligencia emocional a partir de la teoría impulsada por Mayer y Peter Salovey, según los cuales las emociones son datos.
¿Y cuál es la emoción que impera en el mundo laboral? El enfado es la más habitual (en el 53% de las ocasiones), en tanto que la alegría es la menos usual (en el 19% de los casos). Eso dice Caruso, para quien esta situación se podría corregir con líderes emocionalmente inteligentes, es decir, aquellos que se entienden a sí mismos, entienden a los demás y saben gestionar las emociones propias y ajenas, además de conocer las causas que las provocan. Así se produce una clara mejora en el trabajo en equipo en las organizaciones.
"La inteligencia emocional mejora el trabajo en equipo, las relaciones con los clientes, la capacidad de controlar el estrés, de liderar y asimilar los cambios", según un estudio realizado por la Universidad de Málaga en una empresa de ingeniería, que arrojó que los sueldos más altos corresponden a las personas que tienen mayor inteligencia emocional, tal y como puso de manifiesto en la presentación del trabajo Gloria de la Torre.
Para Richard E. Boyatzis, doctor en psicología por la Universidad de Harvard y autor de best sellers como El directivo competente, Liderazgo fundamental y Liderazgo vibrante, hay más estudios sobre los métodos de medición de la inteligencia emocional que sobre el propio concepto. Y, a su juicio, aquellos que se basan en la autoevaluación pueden arrojar resultados engañosos. La forma de medir esta inteligencia es mucho más conductual, en función de las "competencias que surgen en la persona según cómo responde al entorno". Y la orientación hacia resultados o logros es una de las competencias clave. El directivo sobresaliente, en opinión de Boyatzis, es aquel que suma a sus capacidades individuales, las demandas de su organización y las del entorno laboral. "El interés y el compromiso son los valores en los que se trabaja hoy. No la satisfacción con el trabajo o la felicidad", agrega.
Del lado de los futuros trabajadores, otro estudio presentado en el congreso, en este caso realizado por la Universidad de Comillas, señala que las competencias socioemocionales (autoconocimiento, autorregulación, habilidades sociales, motivación y empatía) hacen, junto a las competencias técnicas, un todo para conseguir la empleabilidad de los estudiantes de formación profesional, tal y como puso de manifiesto el profesor Vicente Hernández Franco, tras analizar las respuestas de estudiantes, formadores y empleadores.
Se mire por donde se mire, está claro que las emociones cuentan y que se deben analizar y gestionar. Para así "evitar estropear el desarrollo del cerebro porque luego es mucho más difícil arreglarlo", según Carlos Belmonte.
El Santander, más que "cabeza fría"
Emilio Botín, presidente del Banco Santander y de la fundación familiar que ha promovido el II Congreso Internacional de Inteligencia Emocional, se define a sí mismo como optimista por naturaleza, "porque creo que facilita la obtención de resultados. Si no se confía en las capacidades que tiene la persona, una organización, una empresa o una sociedad en su conjunto, obviamente no se consiguen los objetivos. Esto no quiere decir que haya que menospreciar los problemas y obstáculos que aparecen en el camino". Y para lidiar con ellos, es un firme defensor de "elementos muy importantes de la inteligencia emocional como son: el saber escuchar, la empatía o ponerse en el lugar del otro, la flexibilidad y capacidad de adaptación, el reconocimiento de errores y fortalezas y, finalmente, gestionar los impulsos con cabeza fría".
Principios que, tal y como dijo en la clausura del congreso, lleva aplicando el Banco Santander desde sus orígenes, hace 152 años. Frente a otras estrategias que han puesto "el foco en los resultados a corto plazo, en balances complejos y poco transparentes y sin modelos de negocio a la vez sólidos y flexibles para adaptarse a cualquier coyuntura"... modelos que han tenido como resultado la desaparición de multitud de empresas e instituciones financieras de todo el mundo, "incapaces de reaccionar a la nueva situación".
Botín reconoció entre los errores cometidos el haber cerrado gran parte de las oficinas de BCH tras la fusión con el Santander. Un fallo que sirvió para aprender y que hoy es "una de sus fortalezas: ser el primer banco internacional por número de oficinas, 14.000". Y también habló de las estrategias que ha seguido más allá de lo que sería el criterio racional, como es la compra, en plena crisis financiera, de la red de oficinas y los depósitos del octavo banco inglés, Bradford & Bingley.
El Banco Santander destina 76,5 millones de euros anuales a la formación de sus 170.000 empleados. "Y es en la formación gerencial donde intentamos que nuestros directivos aprendan a liderar y tomar decisiones con criterios racionales y emocionales", señala el presidente de la Fundación Marcelino Botín, institución que ha puesto en marcha un programa educativo pionero en 98 colegios de Cantabria para desarrollar competencias emocionales en los niños. Se denomina Programa de Educación Responsable y su propósito es "transmitirles la importancia de la inteligencia emocional, de contar con nuevas competencias y habilidades sociales que les serán de gran utilidad para su futuro", explica Botín.
Según el director de la fundación, Rafael Benjumea, está demostrado que la inteligencia emocional previene problemas que la sociedad actual está teniendo, como la droga y el fracaso escolar. A lo que Joseph A. Durlak, profesor de la Universidad de Chicago, añadió que "los programas socioeducativos elevan entre un 10% y un 15% el rendimiento académico del alumno" y quizá a través de estos resultados se pueda conseguir que su uso se generalice en los colegios.
Publicado por: Javier Gerez - Fuente: el pais.com
España ha acogido por segunda vez el congreso de inteligencia emocional que se celebra en el mundo. De la mano de la Fundación Marcelino Botín, más de 350 expertos internacionales en la materia se han dado cita en Santander esta semana para exponer los avances en esta joven disciplina. Entre ellos, los inventores e impulsores de la inteligencia emocional, una forma de conocimiento que todavía tiene sus detractores.
El Santander, más que "cabeza fría"
Santander ha acogido a 350 expertos mundiales en esta disciplina
Mayer, creador del concepto, dice que aún es desconocido para la gente
Los sueldos más altos los perciben quienes gestionan mejor las emociones
¿Por qué? Según el creador del concepto de inteligencia emocional y profesor de psicología en la Universidad de New Hampshire (EE UU), John Mayer, por dos razones: "Porque en el mundo occidental sigue vigente el pensamiento estoico griego que cree que la lógica es la fuente de información fiable y las emociones no lo son. Y porque, a pesar de que el conocimiento de éstas se remonta a hace 200 o 300 años, ha permanecido como un conocimiento de culto y no se ha desarrollado con plenitud hasta bien entrados los años ochenta". "La gente no sabe que tiene inteligencia emocional", añadía Mayer.
Y es que, según Carlos Belmonte, doctor en medicina y catedrático de la Universidad Miguel Hernández de Alicante, "ahora empezamos a saber las zonas del cerebro que se relacionan con habilidades y emociones. Son las últimas zonas que se desarrollan en el cerebro" y "las características de nuestra conducta tienen mucho que ver con este desarrollo".
"Como te sientes tiene mucho que ver con cómo ves el mundo", dice David R. Caruso, psicólogo de directivos, autor del best seller El directivo emocionalmente inteligente y profesor de la Universidad de Yale. "Las emociones son inteligentes. Vitales para tomar buenas decisiones", agrega. Caruso ha desarrollado uno de los test más utilizados en el mundo laboral para medir la inteligencia emocional a partir de la teoría impulsada por Mayer y Peter Salovey, según los cuales las emociones son datos.
¿Y cuál es la emoción que impera en el mundo laboral? El enfado es la más habitual (en el 53% de las ocasiones), en tanto que la alegría es la menos usual (en el 19% de los casos). Eso dice Caruso, para quien esta situación se podría corregir con líderes emocionalmente inteligentes, es decir, aquellos que se entienden a sí mismos, entienden a los demás y saben gestionar las emociones propias y ajenas, además de conocer las causas que las provocan. Así se produce una clara mejora en el trabajo en equipo en las organizaciones.
"La inteligencia emocional mejora el trabajo en equipo, las relaciones con los clientes, la capacidad de controlar el estrés, de liderar y asimilar los cambios", según un estudio realizado por la Universidad de Málaga en una empresa de ingeniería, que arrojó que los sueldos más altos corresponden a las personas que tienen mayor inteligencia emocional, tal y como puso de manifiesto en la presentación del trabajo Gloria de la Torre.
Para Richard E. Boyatzis, doctor en psicología por la Universidad de Harvard y autor de best sellers como El directivo competente, Liderazgo fundamental y Liderazgo vibrante, hay más estudios sobre los métodos de medición de la inteligencia emocional que sobre el propio concepto. Y, a su juicio, aquellos que se basan en la autoevaluación pueden arrojar resultados engañosos. La forma de medir esta inteligencia es mucho más conductual, en función de las "competencias que surgen en la persona según cómo responde al entorno". Y la orientación hacia resultados o logros es una de las competencias clave. El directivo sobresaliente, en opinión de Boyatzis, es aquel que suma a sus capacidades individuales, las demandas de su organización y las del entorno laboral. "El interés y el compromiso son los valores en los que se trabaja hoy. No la satisfacción con el trabajo o la felicidad", agrega.
Del lado de los futuros trabajadores, otro estudio presentado en el congreso, en este caso realizado por la Universidad de Comillas, señala que las competencias socioemocionales (autoconocimiento, autorregulación, habilidades sociales, motivación y empatía) hacen, junto a las competencias técnicas, un todo para conseguir la empleabilidad de los estudiantes de formación profesional, tal y como puso de manifiesto el profesor Vicente Hernández Franco, tras analizar las respuestas de estudiantes, formadores y empleadores.
Se mire por donde se mire, está claro que las emociones cuentan y que se deben analizar y gestionar. Para así "evitar estropear el desarrollo del cerebro porque luego es mucho más difícil arreglarlo", según Carlos Belmonte.
El Santander, más que "cabeza fría"
Emilio Botín, presidente del Banco Santander y de la fundación familiar que ha promovido el II Congreso Internacional de Inteligencia Emocional, se define a sí mismo como optimista por naturaleza, "porque creo que facilita la obtención de resultados. Si no se confía en las capacidades que tiene la persona, una organización, una empresa o una sociedad en su conjunto, obviamente no se consiguen los objetivos. Esto no quiere decir que haya que menospreciar los problemas y obstáculos que aparecen en el camino". Y para lidiar con ellos, es un firme defensor de "elementos muy importantes de la inteligencia emocional como son: el saber escuchar, la empatía o ponerse en el lugar del otro, la flexibilidad y capacidad de adaptación, el reconocimiento de errores y fortalezas y, finalmente, gestionar los impulsos con cabeza fría".
Principios que, tal y como dijo en la clausura del congreso, lleva aplicando el Banco Santander desde sus orígenes, hace 152 años. Frente a otras estrategias que han puesto "el foco en los resultados a corto plazo, en balances complejos y poco transparentes y sin modelos de negocio a la vez sólidos y flexibles para adaptarse a cualquier coyuntura"... modelos que han tenido como resultado la desaparición de multitud de empresas e instituciones financieras de todo el mundo, "incapaces de reaccionar a la nueva situación".
Botín reconoció entre los errores cometidos el haber cerrado gran parte de las oficinas de BCH tras la fusión con el Santander. Un fallo que sirvió para aprender y que hoy es "una de sus fortalezas: ser el primer banco internacional por número de oficinas, 14.000". Y también habló de las estrategias que ha seguido más allá de lo que sería el criterio racional, como es la compra, en plena crisis financiera, de la red de oficinas y los depósitos del octavo banco inglés, Bradford & Bingley.
El Banco Santander destina 76,5 millones de euros anuales a la formación de sus 170.000 empleados. "Y es en la formación gerencial donde intentamos que nuestros directivos aprendan a liderar y tomar decisiones con criterios racionales y emocionales", señala el presidente de la Fundación Marcelino Botín, institución que ha puesto en marcha un programa educativo pionero en 98 colegios de Cantabria para desarrollar competencias emocionales en los niños. Se denomina Programa de Educación Responsable y su propósito es "transmitirles la importancia de la inteligencia emocional, de contar con nuevas competencias y habilidades sociales que les serán de gran utilidad para su futuro", explica Botín.
Según el director de la fundación, Rafael Benjumea, está demostrado que la inteligencia emocional previene problemas que la sociedad actual está teniendo, como la droga y el fracaso escolar. A lo que Joseph A. Durlak, profesor de la Universidad de Chicago, añadió que "los programas socioeducativos elevan entre un 10% y un 15% el rendimiento académico del alumno" y quizá a través de estos resultados se pueda conseguir que su uso se generalice en los colegios.
Publicado por: Javier Gerez - Fuente: el pais.com
2 comentarios:
Me ha gustado mucho tu articulo. Estoy totalmente de acuerdo con que hay mucha gente que no sabe inteligencia emocional..de hecho no va relacionada la inteligencia que entendemos todos con la inteligencia emocional.
Hay mucha gente que no ha estudiado ni ha realizado ninguna carrera y que tiene una gran inteligencia emocional.
Cada vez son mas las empresas que buscan competencias como la inteligencia emocional para desarrollar el trabajo y creo que es lo mejor qeu pueden hacer ante este entorno tan cambiante.
Un abrazo,
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