Las mil empresas de Fortune usan al coaching como herramienta de desarrollo de sus cuadros gerenciales.
El coaching personal y profesional es una relación que ayuda a las personas a obtener resultados extraordinarios en sus vidas, carreras, negocios u organizaciones. Se trata de un proceso de reflexión y acción.
El coach puede ser visto como un facilitador de este proceso, siempre y cuando el coachee esté dispuesto a revisar sus supuestos, en un espacio de confianza y respeto, tomando conciencia de dónde está y dónde quiere estar.
En un proceso de coaching se establece un compromiso en común entre las partes. El profesional capacitado tiene la habilidad de conversar para generar los contextos en las diferentes etapas de ese proceso. Las personas en proceso de coaching quieren producir mejoras y desde allí trabajan en el desarrollo de lo que consideran les falta aprender, reflexionar o accionar.
Las competencias del coach le permiten generar espacios de reflexión, en los que el coachee se permite pensar "en voz alta" y declarar sus posibilidades. Asimismo, el coach está alerta y revisa sus opiniones acerca de lo que cada uno puede lograr o no, en especial si esas creencias limitan el espacio de posibilidades del coachee.
Así, ambos acuerdan las reglas del juego que determinan el marco de la relación. Juntos monitorean los indicadores de gestión o perfomance estratégicos, con lo que se transfiere lo aprendido a las áreas de interés y además se aplican a lo que falta, corrigiendo los desvíos en relación con el proyecto declarado.
Ambos establecen una relación de confianza, respeto mutuo y gratitud. En tal sentido, reconocen lo que les falta, sus logros y festejan los resultados. Estas distinciones no son nada nuevo, son propias de la antigua manera de transmitir conocimientos, de entrenar o enseñar las artes y los oficios.
El coaching está en un momento histórico marcado por una creciente demanda. Las mil empresas del ranking de la revista Fortune usan el coaching en algún nivel de su organización para mejorar sus procesos y resultados. Estas compañías lo emplean para optimizar sus rendimientos en diversas áreas, buscando alcanzar la satisfacción y la realización de sus colaboradores o de sus equipos de gestión.
De acuerdo con un estudio de la Federación Internacional de Coaching, los factores que llevan a las empresas a buscar un servicio de este tipo incluyen las búsquedas de mejora en materia de autoestima/autoconfianza, equilibrio entre la vida y el trabajo, oportunidades de carrera, dirección comercial, relaciones, actuación de trabajo, habilidades interpersonales y de comunicaciones, clima organizacional, efectividad del equipo, organización personal, administración del tiempo, cultura corporativa, perspectivas de vida y proyecto personal, organización financiera, planificación de la inversión, aclaración de objetivos y estratégicas, compromiso de las personas, proactividad para afrontar retos, gestión de cambio, toma de decisiones, nuevas perspectivas sobre retos actuales y procesos de mejora continua.
Estos mismos informes dan cuenta de cuáles son los criterios que usan las empresas para elegir a una consultora o un profesional del coaching, en función de los atributos del coachee. Entre los aspectos personales involucrados aparecen: la edad, el género, la etnia, la apariencia física, la confianza del coachee, la relación personal, la compatibilidad personal, y el sentido del humor.
En cuanto al aspecto profesional del coach, se tiene en cuenta su nivel de educación formal y de entrenamiento específico en coaching, su credencial o certificado, el detalle del plan de estudios, el número de clientes, los años como coach, la experiencia de trabajo, otras experiencias, las referencias personales y de los clientes. Y lo propio ocurre con las metodologías empleadas: el lugar en el que se realiza el coaching, la presentación del método, la explicación del proceso, su efectividad, el retorno de la inversión, y el costo del servicio de coaching.
El coaching personal y profesional es una relación que ayuda a las personas a obtener resultados extraordinarios en sus vidas, carreras, negocios u organizaciones. Se trata de un proceso de reflexión y acción.
El coach puede ser visto como un facilitador de este proceso, siempre y cuando el coachee esté dispuesto a revisar sus supuestos, en un espacio de confianza y respeto, tomando conciencia de dónde está y dónde quiere estar.
En un proceso de coaching se establece un compromiso en común entre las partes. El profesional capacitado tiene la habilidad de conversar para generar los contextos en las diferentes etapas de ese proceso. Las personas en proceso de coaching quieren producir mejoras y desde allí trabajan en el desarrollo de lo que consideran les falta aprender, reflexionar o accionar.
Las competencias del coach le permiten generar espacios de reflexión, en los que el coachee se permite pensar "en voz alta" y declarar sus posibilidades. Asimismo, el coach está alerta y revisa sus opiniones acerca de lo que cada uno puede lograr o no, en especial si esas creencias limitan el espacio de posibilidades del coachee.
Así, ambos acuerdan las reglas del juego que determinan el marco de la relación. Juntos monitorean los indicadores de gestión o perfomance estratégicos, con lo que se transfiere lo aprendido a las áreas de interés y además se aplican a lo que falta, corrigiendo los desvíos en relación con el proyecto declarado.
Ambos establecen una relación de confianza, respeto mutuo y gratitud. En tal sentido, reconocen lo que les falta, sus logros y festejan los resultados. Estas distinciones no son nada nuevo, son propias de la antigua manera de transmitir conocimientos, de entrenar o enseñar las artes y los oficios.
El coaching está en un momento histórico marcado por una creciente demanda. Las mil empresas del ranking de la revista Fortune usan el coaching en algún nivel de su organización para mejorar sus procesos y resultados. Estas compañías lo emplean para optimizar sus rendimientos en diversas áreas, buscando alcanzar la satisfacción y la realización de sus colaboradores o de sus equipos de gestión.
De acuerdo con un estudio de la Federación Internacional de Coaching, los factores que llevan a las empresas a buscar un servicio de este tipo incluyen las búsquedas de mejora en materia de autoestima/autoconfianza, equilibrio entre la vida y el trabajo, oportunidades de carrera, dirección comercial, relaciones, actuación de trabajo, habilidades interpersonales y de comunicaciones, clima organizacional, efectividad del equipo, organización personal, administración del tiempo, cultura corporativa, perspectivas de vida y proyecto personal, organización financiera, planificación de la inversión, aclaración de objetivos y estratégicas, compromiso de las personas, proactividad para afrontar retos, gestión de cambio, toma de decisiones, nuevas perspectivas sobre retos actuales y procesos de mejora continua.
Estos mismos informes dan cuenta de cuáles son los criterios que usan las empresas para elegir a una consultora o un profesional del coaching, en función de los atributos del coachee. Entre los aspectos personales involucrados aparecen: la edad, el género, la etnia, la apariencia física, la confianza del coachee, la relación personal, la compatibilidad personal, y el sentido del humor.
En cuanto al aspecto profesional del coach, se tiene en cuenta su nivel de educación formal y de entrenamiento específico en coaching, su credencial o certificado, el detalle del plan de estudios, el número de clientes, los años como coach, la experiencia de trabajo, otras experiencias, las referencias personales y de los clientes. Y lo propio ocurre con las metodologías empleadas: el lugar en el que se realiza el coaching, la presentación del método, la explicación del proceso, su efectividad, el retorno de la inversión, y el costo del servicio de coaching.
Fuente: IECO
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