En esto de la retención del talento como en otros muchos temas lo primero que se pregunta uno cuando empieza a pensar o repensar sobre ello es ¿pero, nos referimos a antes de la crisis o a lo que pasa durante ella o, acaso, a lo qué la crisis dejará tras de sí? Y es que las cosas se están sucediendo de tal modo que empezamos a no estar seguros ni siquiera de aquello de lo que estábamos seguros ayer, el año pasado sin ir más lejos. Porque si recapitulamos lo que teníamos aprendido sobre el tema de la retención y lo que habíamos dicho o escrito en alguna ocasión anterior y lo comparamos con lo que pensamos ahora sobre ello, nos encontramos que empieza a diferir.
Estábamos en lo cierto cuando suponíamos que se nos retiene (a nosotros junto con nuestro talento) en la medida en que se nos compromete en el negocio (la empresa, su entorno, sus clientes, su futuro). Acertábamos cuando suponíamos que esto se logra en la medida en que tanto uno como el otro término de la ecuación persona-empresa lograban ese equilibrio inestable de percepciones entre lo que se da por una parte y lo que se recibe por otra. El mecanismo psicológico era (es) muy sencillo, aunque muy complejo de gestionar. También dábamos en el clavo cuando distinguíamos entre talentos y comprobábamos que no se compromete igual a quien más tiene que a quien menos tienen (de talento en general o de uno o varios talentos concretos). A la gente con escaso talento cuesta tanto comprometerla y retenerla como a los que lo tienen en gran cantidad; los mecanismos son los mismos. Por eso sabíamos que, como empresa, teníamos que aprender a distinguir entre gente con talento y con talentos, y gente sin él o sin ellos y aplicar con los primeros aquellos “sencillos” mecanismos psicológicos que habíamos descubierto. En eso estábamos cuando llegó la crisis.
Ahora estamos en un momento de crisis y como tal de incertidumbre, de tránsito entre dos periodos de seguridad. Un momento en el que comenzamos a dudar de todo y desconocemos que es lo que pervivirá de todo ello cuando esto acabe. Por eso, lo que tenemos de momento son meras hipótesis de trabajo que algún día se consolidarán en nuevas creencias. Algún día, con ellas en la mano, echaremos la vista atrás y comprobaremos que el mundo se ha agitado y convulsionado durante unos meses pero que, en el fondo, las cosas siguen, en lo esencial, siendo las mismas.
Reflexiones y conclusiones provisionales sobre el talento y su retención en tiempos de crisis. Como siempre la moneda tiene dos caras. La cruz es que ahora es cuando realmente el talento del que la empresa dispone es su ventaja competitiva. También que el talento que no sembró años atrás no podrá cosecharlo y comprometerlo ahora con la velocidad en que ahora lo precisa.
La cara de la moneda es que el talento como mercancía es hoy “más barato” que hace unos meses, porque hay mayor abundancia de él en el mercado. Y, por otra parte, hoy es más fácil descubrir gente con talento que antes, porque las oportunidades para demostrarlo abundan.
Con las dos caras de esta moneda toca jugar en estos momentos.
Por: Juan Pablo Ventosa - Top Ten Managment
Estábamos en lo cierto cuando suponíamos que se nos retiene (a nosotros junto con nuestro talento) en la medida en que se nos compromete en el negocio (la empresa, su entorno, sus clientes, su futuro). Acertábamos cuando suponíamos que esto se logra en la medida en que tanto uno como el otro término de la ecuación persona-empresa lograban ese equilibrio inestable de percepciones entre lo que se da por una parte y lo que se recibe por otra. El mecanismo psicológico era (es) muy sencillo, aunque muy complejo de gestionar. También dábamos en el clavo cuando distinguíamos entre talentos y comprobábamos que no se compromete igual a quien más tiene que a quien menos tienen (de talento en general o de uno o varios talentos concretos). A la gente con escaso talento cuesta tanto comprometerla y retenerla como a los que lo tienen en gran cantidad; los mecanismos son los mismos. Por eso sabíamos que, como empresa, teníamos que aprender a distinguir entre gente con talento y con talentos, y gente sin él o sin ellos y aplicar con los primeros aquellos “sencillos” mecanismos psicológicos que habíamos descubierto. En eso estábamos cuando llegó la crisis.
Ahora estamos en un momento de crisis y como tal de incertidumbre, de tránsito entre dos periodos de seguridad. Un momento en el que comenzamos a dudar de todo y desconocemos que es lo que pervivirá de todo ello cuando esto acabe. Por eso, lo que tenemos de momento son meras hipótesis de trabajo que algún día se consolidarán en nuevas creencias. Algún día, con ellas en la mano, echaremos la vista atrás y comprobaremos que el mundo se ha agitado y convulsionado durante unos meses pero que, en el fondo, las cosas siguen, en lo esencial, siendo las mismas.
Reflexiones y conclusiones provisionales sobre el talento y su retención en tiempos de crisis. Como siempre la moneda tiene dos caras. La cruz es que ahora es cuando realmente el talento del que la empresa dispone es su ventaja competitiva. También que el talento que no sembró años atrás no podrá cosecharlo y comprometerlo ahora con la velocidad en que ahora lo precisa.
La cara de la moneda es que el talento como mercancía es hoy “más barato” que hace unos meses, porque hay mayor abundancia de él en el mercado. Y, por otra parte, hoy es más fácil descubrir gente con talento que antes, porque las oportunidades para demostrarlo abundan.
Con las dos caras de esta moneda toca jugar en estos momentos.
Por: Juan Pablo Ventosa - Top Ten Managment
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