Seguramente alguna vez hemos escuchado el término “mapa mental” pero… ¿qué es?
La polivalencia de esta herramienta hace difícil poder definirla en pocas palabras. Pertenece a la familia de las herramientas que sirven para visualizar la información. Por tanto, permite a su usuario concentrarse en detalles concretos conservando una visión global y favorece una comprensión casi instantánea de situaciones complejas.
A pesar de su gran eficacia, su elaboración no requiere más que una hoja de papel y un lápiz.
Los mapas mentales fomentan la creatividad, la retención y el aprendizaje en general. Son tan efectivos que se dice que los estudiantes que los usan son, en promedio, 75% más efectivo que la norma.
Los usos de los mapas mentales son múltiples: organizar ideas, estudiar un problema, pensar un nuevo negocio, etc.Y la causa por la que los mapas mentales o mind maps son tan efectivos es porque siguen los patrones de funcionamiento de nuestro cerebro. Cualquier técnica que fluya en el sentido de nuestra biología tendrá más posibilidades de tener una mejor perfomance y de ser más intuitiva.
Por este motivo creo que conocer un poco la forma en que trabaja nuestro cerebro con las ideas puede ayudarnos a sacar mejor provecho de esta técnica.
Siempre que intentamos aclarar nuestras ideas, echamos mano de pluma y papel y tratamos de plasmar lo que se nos va ocurriendo mediante simples garabatos o complejos esquemas que de alguna manera nos ayuden a captar, ordenar, retener y analizar todos los elementos que nos brincan en la cabeza y amenazan con escapársenos.
Este sencillo procedimiento puede marcar la diferencia entre hallar la luz o continuar en la confusión que dificulta al arribo a conclusiones provechosas y, aunque es sano desconfiar de todo aquello que prometa transformaciones espectaculares en nuestra vida, de manera instantánea y con un mínimo esfuerzo, existen, sin embargo, técnicas para organizar la mente humana que se originan en los últimos hallazgos neurobiológicos sobre sus mecanismos y que, con una simplicidad pasmosa, marcan pautas para obtener mejores resultados de nuestros procesos pensantes.
A esta categoría pertenecen los esquemas gráficos conocidos como mapas mentales, desarrollados por el psicólogo británico Tony Buzan alrededor de 1970, aunque solo hasta fechas recientes han empezado a difundirse con gran vigor por todo el mundo.
¿Qué son los Mapas Mentales o Mind Mapping?
La polivalencia de esta herramienta hace difícil poder definirla en pocas palabras. Pertenece a la familia de las herramientas que sirven para visualizar la información. Por tanto, permite a su usuario concentrarse en detalles concretos conservando una visión global y favorece una comprensión casi instantánea de situaciones complejas.
A pesar de su gran eficacia, su elaboración no requiere más que una hoja de papel y un lápiz.
Los mapas mentales fomentan la creatividad, la retención y el aprendizaje en general. Son tan efectivos que se dice que los estudiantes que los usan son, en promedio, 75% más efectivo que la norma.
Los usos de los mapas mentales son múltiples: organizar ideas, estudiar un problema, pensar un nuevo negocio, etc.Y la causa por la que los mapas mentales o mind maps son tan efectivos es porque siguen los patrones de funcionamiento de nuestro cerebro. Cualquier técnica que fluya en el sentido de nuestra biología tendrá más posibilidades de tener una mejor perfomance y de ser más intuitiva.
Por este motivo creo que conocer un poco la forma en que trabaja nuestro cerebro con las ideas puede ayudarnos a sacar mejor provecho de esta técnica.
Siempre que intentamos aclarar nuestras ideas, echamos mano de pluma y papel y tratamos de plasmar lo que se nos va ocurriendo mediante simples garabatos o complejos esquemas que de alguna manera nos ayuden a captar, ordenar, retener y analizar todos los elementos que nos brincan en la cabeza y amenazan con escapársenos.
Este sencillo procedimiento puede marcar la diferencia entre hallar la luz o continuar en la confusión que dificulta al arribo a conclusiones provechosas y, aunque es sano desconfiar de todo aquello que prometa transformaciones espectaculares en nuestra vida, de manera instantánea y con un mínimo esfuerzo, existen, sin embargo, técnicas para organizar la mente humana que se originan en los últimos hallazgos neurobiológicos sobre sus mecanismos y que, con una simplicidad pasmosa, marcan pautas para obtener mejores resultados de nuestros procesos pensantes.
A esta categoría pertenecen los esquemas gráficos conocidos como mapas mentales, desarrollados por el psicólogo británico Tony Buzan alrededor de 1970, aunque solo hasta fechas recientes han empezado a difundirse con gran vigor por todo el mundo.
¿Qué son los Mapas Mentales o Mind Mapping?
Los esquemas de los mapas mentales, según la definición de Buzan (2002), “. . . son una poderosa técnica gráfica que nos ofrece una llave maestra para acceder al potencial del cerebro y que se puede aplicar a todos los aspectos de la vida, de tal manera que una mejoría en el aprendizaje y una mayor claridad de pensamiento puedan reforzar el trabajo de los seres humanos”.
Instrumentos de este tipo, de mayor o menor eficacia, siempre han existido (De Bono, 1991). Es interesante la forma en que grandes personajes de las ciencias o las artes han hecho notas de sus proyectos, reflexiones o sueños. Particularmente significativos, son los apuntes de Leonardo, Picasso, o Einstein.
Nosotros mismos, en nuestra etapa escolar, profesional o en la vida diaria, hacemos uso de los resúmenes en nuestros cuadernos, de los “acordeones”, los cuadros sinópticos, la lista de compras del supermercado, los organigramas, los diagramas de flujo o las rutas críticas, por mencionar algunos. ¿Qué es entonces lo que hace especial a la técnica de los mapas mentales?
Las cualidades de los hemisferios cerebrales y los Mapas Mentales.
Quizás nos preguntemos las causas de las limitaciones de la mayoría de nuestros actuales métodos gráficos de organización de datos o ideas (los apuntes de clase, los resúmenes, los cuadros sinópticos, los enlistados de temas).La respuesta es contundente: todos ellos solamente utilizan las habilidades de uno de los hemisferios cerebrales, el izquierdo, y desperdician el enorme potencial que proviene de las cualidades del lado derecho.
Como mencionamos anteriormente, en el hemisferio izquierdo de nuestro cerebro se concentran funciones que tradicionalmente son identificadas como racionales, lógicas o de control: la verbalización, que utiliza palabras para nombrar, describir o definir; la capacidad analítica, que soluciona las cosas paso a paso; la capacidad simbólica, que se sirve de símbolos para representar algo, como letras para los sonidos, palabras para designar cosas o signos numéricos para cantidades de cosas; la temporalidad o secuencialidad, que lleva cuenta del tiempo y ordena las cosas en sucesión, una tras otra; la linealidad, que piensa en función de líneas encadenadas, de modo que un pensamiento sigue directamente a otro.Si observamos bien, veremos reflejadas todas estas funciones en los métodos convencionales que hemos señalado como inoperantes y aunque aquellas son procesos fundamentales del pensamiento, no son capaces, en la casi totalidad de los casos, de hacer más organizadas y productivas las notas que expresan nuestras ideas, pues su presentación es dispersa, inconexa, aburrida, desmotivante y genera una perdida de tiempo.
Este tipo de esquemas no son un estimulo creativo para el cerebro, dificultan el recuerdo y oscurecen los asuntos verdaderamente importantes.¿Qué es entonces, lo que hace falta a los esquemas tradicionales de organización de ideas? La falla más común es la carencia de elementos visuales atractivos y una disposición y presentación de los conceptos básicos que los resalten y ayuden a estimular la imaginación, la memoria y la comprensión de sus relaciones como un todo.En síntesis, les faltan justamente los componentes derivados de las habilidades de percepción y manejo de información que aporta el lado derecho del cerebro (Edwards, 2000).
Para que un esquema permita el máximo aprovechamiento de nuestros pensamientos e ideas, debería contar con las siguientes características: en primer lugar, identificar y destacar el tema principal que se esta abordando y sus componentes básicos (conceptualización, facultad del hemisferio izquierdo), que serían presentados con elementos gráficos, imágenes y colores (hemisferio derecho), y utilizando el menor numero posible de palabras (síntesis, hemisferio izquierdo), agrupados en categorías y jerarquizados (hemisferio izquierdo), y dispuestos espacialmente (hemisferio derecho), de tal manera que se puedan observar sus relaciones parciales (detalles, hemisferio izquierdo), y totales (hemisferio derecho), que faciliten su análisis (hemisferio izquierdo), y permita el descubrimiento de relaciones no obvias que estimulen la imaginación, la comprensión y la creatividad (hemisferio derecho), y la obtención de mejores conclusiones (hemisferio izquierdo), que se concreten en palabras escritas, habladas o en planes de acción (hemisferio izquierdo).En conclusión, la máxima utilización del potencial de nuestros dos hemisferios cerebrales trabajando de manera conjunta debiera ser el objetivo principal de cualquier herramienta que pretenda ayudar a acceder de manera eficaz a los contenidos de la mente. Esta es, justo, la razón de ser de la técnica
¿Cómo se hace un Mapa Mental?
El aterrizaje de todos los conceptos que hemos tratado de resumir, algunos de ellos realmente complejos, es la técnica de los mapas mentales y es tan sencilla que puede resumirse en unas cuantas líneas.
Quizás esta sencillez pueda levantar las suspicacias a las que nos referíamos al principio del artículo, pues, como acota el investigador inglés Edward De Bono (1991), algunas mentes pueden considerar como una amenaza la incapacidad para distinguir entre algo que es simple porque no hay nada detrás y algo que es simple porque hay mucho detrás.
Para hacer un mapa mental:
1) Colocar el concepto principal en el centro de una página.
2) Escribir los conceptos básicos que lo sustentan conectándolos con líneas al concepto central en el sentido de las manecillas del reloj.
3) Utilizar solo palabras clave, con los menos elementos posibles, para categorizar y jerarquizar los conceptos básicos.
4) Incluir elementos visuales, como dibujos, imágenes, símbolos y grafismos, para enfatizar los conceptos más importantes.
5) Agregar colores que ayuden a organizar visualmente los conceptos
Y ya esta! La próxima vez que quieras analizar un problema, decidir sobre algo, tomar apuntes de una clase o una conferencia, preparar un escrito o un discurso, elaborar la lista del supermercado, planificar una actividad concreta o simplemente tu día, semana, mes, incluso lo que pretendas hacer con el resto de tu vida, intenta confeccionar tus propios mapas mentales incorporando los elementos que hemos mencionado y trasmitiéndoles tu personalidad con las ideas que a tí te funcionen mejor.
Fuente: Mi carrera laboral en Informática y Tecnología
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