Las particulares circunstancias en las que vive cada uno, hace que su actitud sea bien diferente. ¿A qué grupo pertenecemos nosotros?
Tengo cuatro amigos emprendedores.
El primero vive en casa de sus padres. Siempre anda quejándose de lo mal que están las cosas y de las facturas que tiene sin cobrar. En muchas ocasiones lo veo casi deprimido y con ganas de ser funcionario, para de esta forma tener seguridad.
El segundo vive en un piso de alquiler, el cual tiene que pagar cada mes. Éste no tiene un cliente sin cobrar. De ello depende su supervivencia. Tiene ganas de comerse el mundo y despegar con su proyecto. La propia necesidad de sus gastos hace que no pare de trabajar, pues de otra forma no tendría otros ingresos. A veces lo veo triste, pero como él me dice «ello no quita para ir a cobrar un trabajo, o reunirme con un nuevo cliente».
El tercero forma parte de un grupo de profesionales. Yo le llamo el satisfecho pasivo, pues está demasiado acomodado. En lugar de ser un barco pirata oteando el horizonte a la búsqueda de clientes, es más bien un crucero de lujo, más ocupado en disfrutar del nombre y del caché que tiene, que de trabajar por el futuro.
Y el cuarto está integrado en una gran empresa ¿O es que no se puede ser emprendedor dentro de una empresa? Seguramente éste sería el sueño de todo empresario: tener emprendedores en lugar de trabajadores. Muchas veces, lo que hay en las empresas son ejecutores, y no auténticos intraemprendedores que ven su trabajo como un reto que pone a prueba su capacidad, talento e ingenio.
Como ven, las particulares circunstancias en las que vive cada uno, hace que su actitud sea bien diferente. ¿A qué grupo pertenecemos nosotros? ¿Acaso permitimos que nuestras circunstancias dominen y controlen nuestra actitud hacia la vida? ¿Qué necesitamos para ponernos las pilas y sacar lo mejor de nosotros?
Por: Juan Ferrer (coach español)
Tengo cuatro amigos emprendedores.
El primero vive en casa de sus padres. Siempre anda quejándose de lo mal que están las cosas y de las facturas que tiene sin cobrar. En muchas ocasiones lo veo casi deprimido y con ganas de ser funcionario, para de esta forma tener seguridad.
El segundo vive en un piso de alquiler, el cual tiene que pagar cada mes. Éste no tiene un cliente sin cobrar. De ello depende su supervivencia. Tiene ganas de comerse el mundo y despegar con su proyecto. La propia necesidad de sus gastos hace que no pare de trabajar, pues de otra forma no tendría otros ingresos. A veces lo veo triste, pero como él me dice «ello no quita para ir a cobrar un trabajo, o reunirme con un nuevo cliente».
El tercero forma parte de un grupo de profesionales. Yo le llamo el satisfecho pasivo, pues está demasiado acomodado. En lugar de ser un barco pirata oteando el horizonte a la búsqueda de clientes, es más bien un crucero de lujo, más ocupado en disfrutar del nombre y del caché que tiene, que de trabajar por el futuro.
Y el cuarto está integrado en una gran empresa ¿O es que no se puede ser emprendedor dentro de una empresa? Seguramente éste sería el sueño de todo empresario: tener emprendedores en lugar de trabajadores. Muchas veces, lo que hay en las empresas son ejecutores, y no auténticos intraemprendedores que ven su trabajo como un reto que pone a prueba su capacidad, talento e ingenio.
Como ven, las particulares circunstancias en las que vive cada uno, hace que su actitud sea bien diferente. ¿A qué grupo pertenecemos nosotros? ¿Acaso permitimos que nuestras circunstancias dominen y controlen nuestra actitud hacia la vida? ¿Qué necesitamos para ponernos las pilas y sacar lo mejor de nosotros?
Por: Juan Ferrer (coach español)
1 comentario:
Estoy de acuerdo con la 4ta categorización, de hecho me considero un "intraemprendedor". Pero absolutamente en desacuerdo con las primeras 3 categorizaciones (principalmente a las "características" que distinguen a ese "tipo" de personas). Creo que que este Sr. le gustan demasiado las corporaciones. Con todo respeto, le informo, que el 70% del PBI de Alemania, Argentina o cualquier nación, son las PyMes. De similar proporción los puestos de trabajo.
Saludos, Arnaldo Viera.
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